A la hora de evaluar y analizar inversiones, son muchos los aspectos y criterios que se deben tener en cuenta. Pero, si tratamos de centrarnos en el marco sobre el cual debe sustentarse cualquier tipo de inversión, deberemos analizar cuatro aspectos esenciales: los cuatro pilares de la inversión.
El primero de ellos se trata del pilar económico, en el sentido más amplio. Todo proyecto debe sustentarse sobre un plan de negocio que cree valor y que tenga sentido para todas las partes interesadas, es decir, para los inversores, potenciales clientes, proveedores y, por supuesto, para la sociedad en general.
El segundo pilar es el financiero. Aunque el proyecto sea económicamente viable, será necesario financiar su puesta en marcha con el fin de que se obtenga una rentabilidad determinada. Para ello, es vital analizar los distintos escenarios que se plantean y determinar si la rentabilidad esperada del proyecto se adecua al riesgo de la inversión. Recordemos que a mayor riesgo se le debe exigir una mayor rentabilidad; y al contrario.
El siguiente pilar es el marco jurídico en el que se vaya a desarrollar el proyecto. Podría tratarse de marcos regionales o estatales o, en el caso de que el proyecto trascienda las fronteras nacionales, es preciso analizar lar normas y leyes que apliquen en cada país involucrado y la seguridad jurídica que aporten.
En cuarto lugar, pero no por ello menos importante, es necesario tener en cuenta las obligaciones tributarias a las que se someterá la actividad económica del proyecto en cuestión. En este sentido, es conveniente analizar todos aquellos hechos que supongan el devengo de una tasa o impuesto, pero del mismo modo es necesario considerar aquellos incentivos fiscales que la ley ofrece y que podría facilitar el cumplimiento del objetivo financiero.
Una vez que se haya realizado el análisis integral del proyecto desde los cuatro pilares, se deberá tomar una decisión sobre si se dan las circunstancias adecuadas en el entorno para poder emprender la iniciativa, asumiendo determinados niveles de riesgos o, por el contrario, los potenciales beneficios globales no compensan la incertidumbre. En aquellos casos en los que la decisión sea seguir adelante, comenzará la ejecución del proyecto e ir adaptando el plan de negocio a la realidad de su implementación -¡no todo sale como se tiene planeado desde un principio!-. Mientras que en otros casos, habrá que rechazar la iniciativa o al menos posponerla hasta que las circunstancias cambien y sean más adecuadas.
A modo de resumen, antes de emprender cualquier proyecto empresarial, debemos cerciorarnos de que todos los pilares son lo suficientemente fuertes y robustos para soportar la inversión y el plan de negocio: el sentido económico debe reflejarse en una rentabilidad atractiva, bajo un cumplimiento normativo y optimizando la estructura fiscal.
JP.
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